Saludamos el Editorial del Diario Libre del día de ayer, en el que Don Adriano, de nuevo nos provoca, con su agudo sentido crítico, nos abre la posibilidad de que universitarios y uasdianos de corazón, nos aboquemos a iniciar en la UASD el debate público, acerca de sus fortalezas y debilidades, conscientes de que toda contribución a la transparencia de la Institución, se convertirá en una fuerza que empuje al resto de los actores sociales, académicos y políticos a transparentarse y lo más importante, a superarse y colocarse en una mejor posición, de contribución al fortalecimiento de nuestra democracia y de sus instituciones.

¨La Universidad Autónoma de Santo Domingo vive de los mitos creados durante el Movimiento Renovador, pero los tiempos han cambiado, y la UASD también tiene que cambiar, si quiere seguir siendo pertinente a los propósitos modernos del país¨. AMT, Diario Libre, 2 de mayo 2013

Comparto su premisa, al establecer la necesidad de que la UASD cambie para mejor, su presente y destino inmediato, premisa aplicable al propio país y sus instituciones que hoy le sobredeterminan. Aunque no comparto el criterio de que la UASD vive de sus ¨mitos¨ creados durante el Movimiento Renovador.

La UASD de hoy, es una realidad que ha sobrevivido a todas las agresiones externas, abandono estatal del pasado y descreimiento de las élites políticas gobernantes, que han optado por la conformación de sus propios espacios intelectuales y de profesionalización, sin convencernos todavía, de que sus opciones son superiores a las nuestras, en áreas tan importantes como la salud, educación, ciencias básicas, ciencias sociales, agronomía, geografía, humanidades, lo que no significa que estemos afirmando que en aquellas universidades sean inferiores a las nuestras.

Ni hablar del hecho de que por el contrario de la UASD, la visión económica de la rentabilidad en la inversión educativa privada, por la carencia de estímulos estatales, no le ha permitido que con la sola filantropía ofreciera su apoyo al desarrollo de las carreras de Física, Química, Antropología, Historia, Artes, Filosofía, Estadística, Sociología, Biología, Ciencias Políticas, a las que tanto acuden, pidiendo auxilio por los problemas del país, la opinión editorial inteligente, de la que forma parte y ejerce con gallardía y buen ejemplo, el director del Diario Libre.

Si le pasamos balance a los resultados de los últimos 50 años, de lo que puede exhibir con honra la UASD, nos daremos cuenta, que a pesar de los rezagos en las ingenierías, fruto de la negación por décadas de la inversión en laboratorios de parte del Gobierno Central, sin la UASD nuestro país estaría en la condición de atraso de Haití, la que por carecer de un sistema educativo y economía de soporte a su desarrollo, hoy se asemeja a los países africanos, en el bajo desarrollo de la profesionalización de su población y la carencia de recursos humanos, que hagan realidad el sueño de soberanía de sus libertadores y de redención social de su esclavitud y opresión racial.

No obstante, todas las dificultades de nuestra sociedad dominicana, fundamentada en el clientelismo, carente de una sólida institucionalidad y con una desigualdad social, de las más grandes de América latina y el resto del mundo, con niveles de concentración de la riqueza que debería avergonzarnos a todos, sin la UASD del presente y del pasado Renovador, aquí no habría el desarrollo que conocemos hoy de los medios de comunicación; no habría sistema nacional de salud sin el aporte de sus miles de internos, pasantes, residentes, especialistas, que hacen de tripa corazón en los hospitales públicos y ofrecen sus servicios a los proveedores privados de salud. Sin la UASD no habrían ninguna de las olas de las reformas de un sistema de justicia, que a pesar de sus precariedades, ha tenido en Ella, la fuente de decenas de profesionales honorables, que ejercen las funciones de jueces de la República, fiscales y fiscalizadores, y brillantes expresiones de un ejercicio inteligente del derecho desde la defensa privada, la defensoría pública, la administración de justicia y el desarrollo del derecho constitucional y electoral dominicanos.

Aún con las dificultades de una sociedad que abandonó el campo y la agricultura, movilizó a sus mejores recursos humanos de la ruralía a las ciudades y al exterior, para convertirlos en remesadores de sudor y fomentadores del empleo precario urbano, sin la UASD, con sus investigaciones en el sector agropecuario y con su terca decisión de mantener abierta las escuelas de agronomía y de veterinaria, aquí no hubiésemos conocido de los procesos de reforma agraria, de transferencia de tecnología, ni tuviésemos la esperanza que hoy se observa de que nuestra agricultura se desarrolle agregando valor, industrializándose y generando nuevas fuentes de subsistencia de nuestra economía y de erradicación del hambre y la pobreza.

La verdad es que a la UASD le han dejado la parte más difícil de la carga, tener que responder sin exclusión social, a la demanda de educación superior, no solo de los que han tenido la suerte de nacer en familias de bienestar económico y social, hijos e hijas de profesionales formados en el subsistema preuniversitario privado. Por cierto, que ese mismo sector no se hubiese podido desarrollar sin los egresados de la carrera de educación de la UASD, porque durante muchos años, la misma fue clausurada en las pocas universidades privadas que la impartían y hubo que contar con los mejores egresados de la UASD en el campo educativo, psicológico y de orientación.

La UASD, es de las pocas instituciones dominicanas que con su existencia y apertura, a pesar de sus precariedades, miserias e irracionalidades internas, nos recuerda que vivimos en una Nación definida constitucionalmente como un Estado Social y Democrático de Derecho, en la que todos sus ciudadanos tienen derechos por igual, sin la indigna categorización de ciudadanía de primera o de segunda. La UASD, después de la muerte como causa inevitable, alcanza la condición de ser una de las principales fuentes de oportunidades de igualación social que tienen los desfavorecidos por nacimiento, por geografía, discapacidad o por condición social de exclusión; y de aprovechamiento digno, de las escasas posibilidades de crecimiento humano que fomenta el parasitismo clientelar de las políticas sociales redistributivas que conocemos.

La gran debilidad de nuestra UASD reside, en que al momento de abordar la respuesta a esta tarea de inclusión y oportunidades sociales no está estableciendo el reconocimiento y los incentivos a los talentos que allí acuden y que son una realidad en todas las instituciones que atienden una población culturalmente diversa, abriendo posibilidades de desarrollo de esos talentos, al tiempo que con sistemas de inclusión y mecanismos solidarios, contribuye a desarrollar a los más rezagados. Basta solo ver la última investidura de su sede central el pasado 30 de abril, para ver como en una de las 26 investiduras que organiza en el año, se refleja un 12% de egresados con lauros académicos, que en términos absolutos podrían equivaler al total de los egresados durante todo un año, de muchas de las universidades dominicanas, las cuales también realizan sus aportes.

Ciertamente la UASD sigue representando a una parte de lo mejor de la sociedad dominicana y como los uasdianos no somos puros, marcianos o extraterrestres, en su interior se presentan conductas irracionales de grupos y personas a quienes la Universidad les dio la oportunidad de consolidar su formación en valores, desarrollar y certificar competencias y ser parte de una cultura de paz y convivencia democrática. La UASD basa su decisión de aceptación de ingreso en el respeto al derecho constitucional de acceso a la educación superior y la certificación de requisito mínimo que le otorga el sistema educativo nacional al egresarlo en la condición de bachiller. Derechos que en ningún caso justificarán las inconductas futuras pero que nos obligan a cubrir el riesgo de sus posibles yerros sin prejuicios ni exclusiones.

El error ha sido mantener en su interior, a los que no han hecho un uso adecuado de esas oportunidades y descuidar el cumplimiento de la misión de la UASD de ser ejemplo para la sociedad dominicana, haciendo lo que se debe de hacer con todos los ingratos, los delincuentes, los hacedores de riquezas mal habidas y todos aquellos a los que nuestro Patricio Juan pablo Duarte llamó malos dominicanos. No ejercer el valor paradigmático de modelo de conducta crítica, ético-moral, de cultura de solidaridad, de paz, de fomento a la razón y al patriotismo más puro, representar hoy la opacidad de la universidad como espejo social, horizonte que en su existencia, debe construir la fe en el porvenir, al tiempo que ofrece herramientas para construirle como presente.

Comparto plenamente el criterio de que los métodos utilizados para ejercer la protesta en la UASD y una parte de los intereses que se anidan detrás de la violencia, no sólo son anacrónicos, sino perversos, porque le niegan a la institución y a sus miembros el ejercicio inteligente, racional, creativo, que genere el poder del convencimiento, que haga de la verdad una fuerza eficaz en la producción del cambio de conducta que se persigue con los reclamos.

Nos tratan de humillar y desconsiderar aquellos equivocados universitarios quienes haciendo el uso de la fuerza, en un contexto como el actual, nos presentan como una institución insegura, irracional y obsoleta. El ejercicio de la política es un arte y la ciencia debe ser herramienta para develar la realidad, construir conciencia y movilizar los escenarios sociales reales del cambio. La UASD no puede ser reducida a un campo de batalla donde se pelea por el estéril desierto.

Ciertamente, la UASD es una buena Universidad que se merece mejor suerte mas que por ella misma, por sus fines y propósitos, por la sociedad a la que le sirve, porque si ella pereciera en su naturaleza y misión, hoy la sociedad dominicana no tendría como sustituirla y estaríamos aceptando el riesgo de un retroceso moral y social extraordinario, sólo comparable con aquellos tiempos, en los que nuestra isla conoció el exilio de sus más sólidos intelectuales, y con ella el retraso de su independencia, varias décadas después del despertar del siglo XIX, y del surgimiento de las naciones latinoamericanas.

Erradicado el mal del desorden y la anarquía de una minoría insignificante en la UASD, considero que estaríamos en mayor posibilidad de observar, que los verdaderos males de la UASD, podrían estar afectando también al resto de las Instituciones de Educación Superior (IES) del país y por lo tanto, el acompañamiento que se reclama para la UASD, muy bien podría ser observado para el resto de las IES.

Por encima del carácter público o privado de las formas de gestión de nuestras IES, nos encontramos en una fase nacional e internacional que reclama la reconstrucción de nuestras instituciones, del sistema educativo superior en su conjunto, incluyendo las instancias de administración y de gestión del sistema y su marco jurídico vigente. Hacia allí hay que apuntar la mira, mientras acompañamos a las actuales autoridades de la UASD, en esta nueva etapa de saneamiento moral y académico y de transformación institucional interna.

Respecto a la autonomía y el fuero de la UASD, en realidad, para quien es indispensable que se mantengan ambos principios vigentes, no es exclusivamente para la UASD, sino para la sociedad dominicana, a quien le conviene mantener su universidad publica, en condiciones de gestionar el conocimiento, la verdad fundamentada en la ciencia y la oportunidad de conocer críticamente el funcionamiento de la realidad social y sus posibilidades de desarrollo, en diferencia o distancia con cualquier verdad oficial o construida sobre la base de la sobredeterminación o dependencia de otros poderes fácticos.

Aunque compartimos la opinión del director de Diario Libre de que la UASD tiene que establecer mecanismos de gobernanza eficientes y eficaces y agregaría yo, que se sobrepongan a los intereses políticos partidarios, grupales y personales que en no pocas ocasiones son la fuente de sus irracionalidades internas.

Finalmente quiero atreverme a plantear desde dentro de la UASD, que ya no es suficiente la expresión generosa y concluyente de Don Adriano Miguel Tejada, cuando dice que ¨solo la UASD salva a la UASD¨, considero que el valor de esta idea radica en que nos permite reconocerle al resto de la sociedad dominicana que hoy la UASD requiere un acompañamiento desde fuera, para que la razón y el interés se enfoquen en una misma dirección, en el cumplimiento de los fines que le sociedad dominicana le tiene asignada, y parafraseando aquel lema del Ministerio de Educación, que llamaba al acompañamiento de la sociedad a la escuela dominicana, digo que ¡La UASD, No Puede Sola!.

Profesor Roberto Reyna
Ex rector UASD 2005-2008